Una vez, una madre angustiada le preguntó a Einstein: "¿Qué debo leerle a mi hijo para que mejore sus facultades matemáticas y sea un hombre de ciencia?". "Cuentos", contestó Einstein. "Muy bien -dijo la madre-pero ¿qué más?" "Más cuentos", replicó Einstein. "¿Y después de eso?", insistió la madre. "Aun más cuentos", acotó Einstein.
Entonces, ¿los cuentos serán algo más que inocentes fantasías destinadas a entretener niños? ¿Es posible que esas maravillosas narraciones cargadas de personajes mágicos e irreales puedan hacer aportes valiosos para el mejor desarrollo de la inteligencia y de la personalidad adulta? La respuesta es un contundente sí, ya que ponen en juego y desarrollan los aspectos más medulares del individuo.La lectura de cuentos conduce a la exploración de sí mismo y a la búsqueda y el encuentro de originales recursos interiores.
Los cuentos permiten que el niño se encuentre con lo diferente y organice categorías: el bien, el mal, la justicia, el miedo, los desafíos y tantos otros.
Sin duda, vivimos rodeados de palabras y en un mar de historias. El método de enseñanza, precisamente, por historias, en tan efectivo que muchas tradiciones espirituales las utilizan desde hace siglos o milenios como un medio eficaz para transmitir conocimientos y verdades profundas.
El hombre construye castillos en el aire que se llaman fantasías. Estas no son un privilegio reservado sólo para artistas, escritores o pintores, sino una facultad humana que ocupa un lugar privilegiado en la vida psíquica ya desde la niñez. Apuntalar las fantasías es una condición fundamental para el normal desarrollo mental, es orgánicamente inherente y necesario para que se expresen libremente las posibilidades creadoras. La fantasía estimula el pensamiento y la inteligencia, tanto en el hombre común como en el hombre de ciencia. Einstein decía: "La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es ilimitado mientras que la imaginación es infinita".
En la actualidad, en cambio, Internet además de cambiar sustancialmente los hábitos de comunicación, puede inducir a aumentar la lectura insustancial, el pensamiento rápido y distraído, el aprendizaje superficial con una menor capacidad de reflexión. En contraste, la lectura de libros y cuentos permite ser más contemplativos, creativos e imaginativos, y ayuda al individuo a soportar una realidad plagada de conflictos emocionales y contradicciones sociales.
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